miércoles, 16 de febrero de 2011

Sobre los que privatizan, sobre nosotros y otras yerbas públicas (por Emiliano Zubiri, integrante de la Asamblea Verde Mundo)

de Verde Mundo, el miércoles, 16 de febrero de 2011 a las 14:42
Los que han privatizado y privatizan siempre van a estar, los que tal vez no han estado siempre o no se hacían notar son los que quieren, usan y valoran lo público.
Los que privatizan generalmente no son muchos, más bien son una minoría, aunque tienen un gran cari$ma que les permite influir por doquier y sin ton ni son, incluso a quienes se encuentran en la función pública y terminan trabajando para la defunción pública. Los que quieren y hacen buen uso de lo público, y se juntan para defenderlo, no tienen tanto cari$ma para influir sobre el resto; aunque cuando se juntan logran contagiar mucho más que los que privatizan. Y esto es así porque muchos se van dando cuenta que lo público, o sea lo de todas y todos, está en peligro de extinción, por la ambición de aquellos cari$máticos sumado a la mediocridad de quienes tienen la obligación de desempeñarse para defender y mejorar lo público, es decir, lo que pertenece a todos. Y al decir tod@s es la mayoría, claro está.
Los que privatizan desde ya que generan trabajo (lamentablemente en muchos casos oscurito, tirando a negruzco); sin embargo este hecho no autoriza a nadie a usurpar o desvalorizar lo que es de tod@s. Algunos dirán que el trabajo y la libertad de empresa son importantes, y por supuesto que tienen razón, pero desde este humilde foro les decimos que más importante que ambas cosas juntas es el derecho que tenemos todas y todos de acceder a una educación y una salud pública de calidad y a disfrutar de nuestros recursos naturales públicos sin tener que ser cari$mátic@s, incluso siendo antipátic@s..  


Hemos naturalizado con el correr del tiempo que lo público es algo precario, mal cuidado, hemos tomado como cosa normal que la escuela pública sea la peor, que debemos pagar para tener una atención médica, que debemos pagar para tener un metro cuadrado de sombra al lado del mar o para entrar
Y tal vez debemos darnos cuenta que esta situación no es natural ni debe seguir siendo así,  y que si continúa siendo así muy pocas posibilidades tendremos de mejorar como sociedad. La recuperación y el mejoramiento de lo público es quizás la cuestión más significativa que tenemos para trabajar en conjunto, todas y todos. Debemos entender, principalmente quienes lo único público que utilizan es la calle y el aire, que dicho reclamo también les traerá un gran beneficio, simplemente porque en una sociedad donde la educación y la salud pública es igual o mejor que la privada, seguramente sus habitantes encontrarán caminos más interesantes –por más carencias materiales que tengan- que los marcados por la violencia y la indiferencia. ¿Es muy complicado de entender esto? Si el que menos tiene de todo va a las escuelas y hospitales más precarios y no se le brindan posibilidades de acceder a un medio de subsistencia digno, ya que no accede a conocer y experimentar artes, oficios, deportes, etc, ¿cuáles serán las alternativas de caminos de vida?   
 Seguro que llevará un tiempo, pero es mediante el mejoramiento de lo público y no de lo privado que podremos ser una sociedad más justa e igualitaria. Hay quienes porque la vida les permitió acceder a todo lo privatizado la palabra público les suena como antigua, sin sentido, hueca. A ellos podemos decirles que en ciertos países donde algunas cositas funcionan mejores que en el nuestro –por ejemplo Alemania, Cuba o Suecia, por nombrar algunos- la palabra rara no es “público” sino “privado”.  



Pensar con los pies

Un grupo de vecinos de la ciudad turística más importante del país marcharon por las exclusivas playas del sur de dicha ciudad bajo la consigna “Por la playa pública”, al son de los tambores, quena, cantos y gritos varios. Al ingresar a las playas por una entrada exclusiva para ciertos exclusivos,  un piringundín dedicado a la seguridad privada levanta su mano con el dedo anular en alto, y no estaba señalando que iba a llover. Su zoncera no le permitió reflexionar que ese grupo de inadaptados estaba reclamando la mejora de algo que a él también le pertenece.
Otro grupo de vecinos (no sabemos de qué ciudad, para el caso no importa), ya en la playa,  parados de la soguita para allá, es decir, en la parte que no podemos entrar todas y todos los que no tenemos tanto cari$ma, miraba con cara de pocos amigos a aquellas vecinas y vecinos que no tenían otra cosa más interesante que hacer el domingo 23 de enero por la tarde con treinta y pico grados, que preguntarse cantando dónde estaba la playa pública o anunciar que se va a acabar la moda de privatizar. De la soguita para allá pensaban “por qué nos perturban el paisaje y nuestra tranquilidad, tan perturbada durante todo el año por otros que reclaman por otras barbaridades y que tampoco tienen otras cosas más interesantes para hacer”. Pero esta mirada y estas posturas de desprecio y desacuerdo  terminaban, en varios casos, en unos piecitos, que tímidamente y como quien no quiere la cosa, seguían el ritmo de los tambores golpeteando el piso. Agradecemos sobremanera la valentía demostrada por esas extremidades que aguantan una continua opresión desde arriba con el empeine bien en alto, y no dejan pasar ocasión para patear el tablero. Fue un aliento importante para continuar la marcha, mientras se pensaba qué buena cosa sería que esos cuerpos empiecen a pensar un poco con los pies. Y a esos piecitos les queremos decir que tienen todo nuestro apoyo para que se hagan escuchar en esos cuerpos que transportan, y ya sabemos por estos pagos el efecto que tienen los reclamos de los que transportan.
 Podríamos sugerirles que en esos pocos momentos en que sus cuerpos no tengan cosas interesantes para hacer y se dirijan a reclamar por la seguridad, ustedes los encaminen sigilosamente hacia una marcha por la educación pública. Así probablemente las cabecitas que tienen encima se den cuenta que si la educación pública mejora lo más probable es que en esos momentos en que no tengan nada interesante para hacer no exista la posibilidad de salir a manifestarse por ninguna seguridad, y puedan experimentar la rareza de disfrutar un mate en una plaza pública, sin miedo y sin pagar; y todos estemos seguritos y contentitos. Podrían llegar a pensar ayudados por sus pieces que en vez de pedir más policía o una ley para procesar a menores sería más inteligente exigir una ley que garantice que las escuelas públicas tengan todos los recursos que se encuentran en las privadas, o más. Aunque no lo crean, piecitos, ustedes representan una esperanza. Otra esperanza, más real y concreta, fue ver a una pequeña de 6 años, hija de una pareja de los inadaptados que marchaban, acercándose a un grupo de señoras que reposaban en la playa con varios desechos a su alrededor. La gran pequeña, con gran altura, juntó todos los residuos que estas señoras habían producido en la tarde de domingo, y se retiró luego de dirigirles las siguientes palabras: “La basurita…”

Aclaración: quien escribe estas palabras no estuvo de cuerpo presente en la marcha, sus pies lo llevaron sigilosamente a un reclamo por la instalación de plasmas gigantes en los pasillos de algunos balnearios exclusivos; por lo tanto en relación a los sucesos descritos es cuestión de creer o reventar…
publicado en facebook el miércoles, 16 de febrero de 2011 a las 14:42

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